Thursday, January 24, 2008

El pasto del Bajo Flores


Un 24 de enero, pero de 2002, cerca de las 12 de la noche ya, tuve el peor dolor de cabeza que recuerde: San Lorenzo y Flamengo empezaban a patear los penales para definir quién se quedaba con la Copa Mercosur 2001 (la final se iba a jugar el 19 de diciembre, pero justo comenzó a estallar el país).
Fueron los minutos más largos que recuerde como fana del Ciclón, después de un partido muy jodido que terminó 1 a 1 con gol de Estévez. Pero, a su vez, fue el desahogo más espectacular desde 1995, era la primera copa, ganada por un equipazo que venía de hacer historia en el torneo local, ganando 13 partidos consecutivos.
Salud, campeones de la Mercosur 2001, comandados por un Michelini impasable y un Saja enorme, inmerecedor de lo que está viviendo ahora.
La formación sale de memoria: Saja, Serrizuela, Ameli, Capria, Paredes, Franco (después Pusineri), Michelini, Erviti, Romagnoli, Estévez y el Beto Acosta. Además entró Leo, pero sólo unos segundos y no pateó penales. Y, por supuesto, el gran Manuel Pellegrini en el banco.
Por supuesto, aún conservo el pasto de la cancha que corté ese día, cuando nos metimos con Nicolás. Y el frasco está bien a la vista, como para no olvirme jamás.

Wednesday, January 16, 2008

Gol camboyano


En una entrada anterior conté que mi máximo ídolo de la infancia fue el Ruso Siviski. Pero mi primer jugador admirado, sin embargo, fue Walter Perazzo. Hoy, sin dudas, valdría un montón de guita. En la cancha no tuve la suerte de verlo hacer grandes goles, como los dos a Instituto casi idénticos, pasando cordobeses a pura potencia y habilidad; o el de mitad de cancha a Argentinos. Pero, por el contrario, cuando se escuchaba “Gol de San Lorenzo” en la radio –inevitable música de fondo de los domingos-, era más que probable que lo hubiese hecho él.
Era un fenómeno, Perazzo, y uno de los ídolos cuervos de los ’80, de los primeros para mi generación. Se fue en forma turbia del club, lo acusaron de no sé qué cosa, una injusticia, y ahí nomás pasó a Boca. Ojo, jamás nadie lo insultó por eso. Una vez, siendo chicos (tendríamos 10 u 11 años), mi primo Pablo me dijo que su abuelo lo había llevado hasta la casa de “El Walter” para que lo conociera. Inclusive, que tenía un arco pintado en la pared del jardín. Supongo que será cierto, aunque yo no haya visto un autógrafo, una foto que retratara el momento. Pero seguro que es verdad, con esas cosas no se jode.