Un cuervo de ley

La última vez que hablamos fue imposible, como siempre, no charlar sobre San Lorenzo. Recuerdo que comentábamos una goleada sobre Vélez (una de tantas), y en especial un golazo del Pirata Czornomaz, el goleador de aquel entonces. Exactamente una semana después, ya fue imposible volver a hablar.
Fácil imaginarse cómo sería Beto a los 80. Protestón, seguro. Iría seguido al Nuevo Gasómetro, del que sólo conoció el esqueleto de la Platea Norte. Siempre subiendo los escalones de a poco, despacito, con Hugo al lado. Y hablando, una y otra vez, del “Chueco” García, del vasco Lángara y -sobre todo- de “Mamucho” Martino, su jugador preferido, del que relató su gol a los uruguayos en incontables oportunidades.
Contaría con qué cariño lavaba él mismo su camiseta de San Lorenzo, durante la década del ’30 en su Córdoba natal. Se jactaría de haberse despedido invicto luego de una corta incursión en el boxeo, y nos todavía nos atemorizaría con alguna historia de terror, aquellas que sólo él sabía contar como ninguno.
También recuerdo que, hace quince años -un 26 de mayo de 1991-, San Lorenzo no jugó. Es más: ni siquiera hubo fecha de fútbol argentino, debido a que el día anterior la selección había jugado contra Inglaterra en Wembley. Mejor. Hubiese sido un despropósito que la azulgrana jugara mientras se iba la semilla de mi “cuervez” y la de toda la familia.

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